Chequia y Cuba: el deshielo del que no se habla

Fidel Castro, primer ministro cubano, y Gustáv Husák, secretario general del Partido Comunista de Checoslovaquia (y más tarde, presidente) en 1972. Fuente: G.cz

CELIA PÉREZ CARRASCOSA

Durante la época de bloques se establecieron y se consolidaron numerosas relaciones entre varios países. Checoslovaquia, por ejemplo, desarrolló y afianzó sus relaciones diplomáticas y de amistad con diferentes Estados del Bloque del este, entre ellos, con Cuba. Asimismo, fue uno de los proveedores más significativos del Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON).

La Revolución cubana (1953-1959) acercó e introdujo a La Habana en el Bloque comunista. Praga fue una de las capitales con las que la isla caribeña fortaleció notablemente su cooperación, desde el nivel económico hasta el educativo, pasando por el diplomático.

La Revolución de Terciopelo en 1989 supuso el adiós al comunismo en la extinta Checoslovaquia. Como consecuencia, las relaciones diplomáticas entre La Habana y Praga se enfriaron durante un largo tiempo. Sin embargo, a día de hoy, ambos países parecen decididos a reavivar el trato de finales del siglo pasado.

Primeros pasos

La Checoslovaquia de Tomáš Garrigue Masaryk (1918-1935), primer presidente de dicho país, estableció importantes lazos diplomáticos con diversos Estados alrededor del mundo. La perla del Caribe reconoció rápidamente la independencia de Checoslovaquia, por lo que muy pronto entablaron relaciones diplomáticas. No obstante, no fue hasta el triunfo de la Revolución cubana en 1959 cuando la isla y el Estado eslavo empezaron a consolidar sus relaciones de colaboración.

La unión entre ambos países se dio ágilmente tras 1959. De hecho, La Casa de la Cultura Checoslovaca se fundó en La Habana en 1962, siendo el primer centro cultural e informativo de un país extranjero en suelo cubano. Más tarde, se estableció La Casa de la Cultura Cubana en Praga[1]. En cuanto al campo de los negocios, ya en los 60 la isla caribeña era el socio comercial más importante del Estado centroeuropeo en América Latina.

Danilo Alonso, embajador de Cuba en Praga. Foto: Celia Pérez

Danilo Alonso, embajador de Cuba en Praga, explica que el Gobierno checoslovaco se mostró dispuesto a apoyar a un Estado que acababa de salir de la colonia de EEUU, que era Cuba.  “El pueblo cubano es un pueblo agradecido con la solidaridad y apoyo que se establecieron”, afirma Alonso. Asimismo, destaca que el embajador checoslovaco que había entonces en La Habana “fue realmente un amigo de la Revolución y contribuyó fuertemente a esos lazos de amistad”. “Aquí aún vive la hija de ese embajador y ha venido aquí, a la Embajada cubana, y dice que tiene muy buenos recuerdos de Cuba, a pesar de que era muy pequeña”, relata Alonso.

Relaciones fructíferas

Cuba era un nuevo integrante del Bloque del este, por lo que necesitó de la experiencia de algunos de los países que lo formaban. “Checoslovaquia tenía una infraestructura y una industria muy desarrollada y eso era muy importante para nosotros”, indica Alonso. “Cuando hay intereses comunes, las cosas fluyen. Y sabíamos que teníamos que establecer vínculos comerciales con el mencionado país”, sostiene el embajador.

Checoslovaquia también vio una oportunidad en Cuba, ya que la antigua república guió al país isleño en su industria y suministró a la isla bienes de equipo, como centrales termoeléctricas, fábricas de motores y compresores, equipamientos para minería, maquinaria y material de transporte, reparación de fábricas, venta de armas y asistencia y entrenamiento militar, entre otras cosas. De acuerdo con Alonso, Checoslovaquia les proporcionó maquinaria y equipamiento para construir el sistema electro-energético nacional, que se desarrolló tras la Revolución. De hecho, gran parte de la energía eléctrica de Cuba se genera en plantas checoslovacas. Además, según el embajador, a día de hoy la colaboración electro-energética entre ambos países continúa y nunca se ha interrumpido. Alonso subraya que el 98% del país está electrificado. Por su parte, Cuba proporcionaba a Checoslovaquia minerales, níquel, azúcar, cítricos, ron y tabaco. El níquel fue muy importante para la industria checa del automóvil y la aeronáutica.

Ernesto Che Guevara, ministro de Industria de Cuba, en una fábrica de tractores en Brno en octubre de 1960. Fuente: Inventing Europe

Más allá del intercambio de productos y mercancías, La Habana y Praga colaboraron en ciencias biológicas, geografía, geología, meteorología y electrónica. Cabe señalar que la Academia de las Ciencias Checoslovaca asistió a la fundación de la Academia de las Ciencias en Cuba. En 1963 se establecieron acuerdos de colaboración directa entre los dos organismos[2]. Asimismo, Checoslovaquia envió entre 100 y 200 expertos para estancias de larga duración por año durante la primera mitad de los años 60 y también brindaba herramientas para la investigación.

 Lazos a través de la educación

Al igual que ocurrió con Siria o Vietnam, Praga acordó unos programas educativos con La Habana para que los cubanos pudieran formarse en el antiguo país y que los checoslovacos pudieran estudiar en la tierra de José Martí. Estos programas se dieron desde los 60 hasta 1989 y permitieron el intercambio cultural entre miles de jóvenes.

La primera vez que el Gobierno checoslovaco ofreció becas a estudiantes cubanos fue en 1960. Se otorgaron 250 becas universitarias y 350 becas de estancia de corta duración para trabajar en la industria checoslovaca. Entre 1960 y 1989 alrededor de un millar de cubanos se formaron en las universidades checoslovacas. Aparte de los estudiantes, entre 1978 y 1989 pasaron por Checoslovaquia unos 30.000 cubanos que participaron en el Proyecto de empleo temporal y formación profesional de los ciudadanos cubanos en las organizaciones checoslovacas. Es importante mencionar que los cubanos seleccionados debían estudiar checo durante los primeros tres meses de estancia.

El objetivo de estos programas educativos y de empleo era que los cubanos aplicaran sus conocimientos una vez que regresaran a su país. La mayoría de los que volvieron a Cuba ocuparon puestos de liderazgo en varias empresas. También hubo cubanos que se quedaron en Checoslovaquia y que formaron una familia. “Esto generó unas relaciones de amistad entre los pueblos que están por encima de las relaciones diplomáticas y políticas”, resalta Alonso. También comenta que cuando habla con checos que estuvieron en Cuba en aquella época, le cuentan que tienen muy buenos recuerdos de aquel entonces. Al igual que ellos, los cubanos que fueron al antiguo país también guardan maravillosos recuerdos de aquellos tiempos.

David González es un cubano que fue enviado a Checoslovaquia por la empresa donde trabajaba en 1985. González expone que cuando llegó al país tuvo que estudiar checo durante tres meses y después fue a la ciudad de Beroun. “Allí tuve que prepararme para trabajar de fundidor de hierro, aunque en 1987 me pasaron a conducir vehículos industriales”, relata González. Expresa que se adaptó fácilmente a la sociedad checoslovaca y que conoció a su esposa, por lo que decidió quedarse y no regresar a Cuba.

Rosa Castillo, Willi Zamora y Fidel Domínguez son otros cubanos que trabajaron y estudiaron en Checoslovaquia. Castillo cuenta que llegó al país en 1978 para trabajar durante cuatro años en Mileta, una empresa textil. También estudió checo y se integró muy bien en la sociedad, aunque hubo algunos casos de discriminación por parte de los checoslovacos. Por ejemplo, Castillo cuenta que, según los checoslovacos, ella era negra y a veces la tocaban para comprobar si manchaba. Aparte de eso, Castillo tiene muy buenas memorias de entonces y recuerda con especial cariño la Navidad en el antiguo país y sus calles. “Me involucré mucho con su gente y su cultura y hoy, 40 años después, aún adoro ese país”, afirma Castillo. Tras completar los cuatro años de formación, regresó a Cuba para aplicar sus conocimientos en 1982. Sin embargo, en 1995 se marchó a Miami (EEUU) debido a la situación económica del país.

Los casos de Zamora y Domínguez son similares. El primero voló a Checoslovaquia en 1985 para trabajar y formarse como tornero fresador. Aprendió bien el idioma y se adaptó fácilmente y coincide con Castillo en que sufría discriminación por parte de algunos checoslovacos. En cuanto a Domínguez, llegó a la extinta república en 1978 para trabajar en una fábrica textil. Cuando mejoró su nivel de checo estuvo en otras empresas y dirigía a grupos de cubanos en Škoda Auto. Después volvió a la empresa textil Velveta y fue jefe de equipo y traductor.

Ambos regresaron a Cuba, Zamora en 1988 y Domínguez en 1987. Ocuparon puestos de trabajo altos en empresas cubanas, pero Zamora regresó a Checoslovaquia en 1991 porque su empleo “estaba muy mal pagado”. Por su parte, Domínguez se fue a Miami hace 25 años por razones similares a las de Zamora y Castillo.

También hubo muchos checoslovacos que estudiaron en Cuba en aquella época. Ludmila Cilečková, una traductora de español a checo, estudió español en La Habana en los 70. Relata que la Universidad de Brno la envió a completar sus estudios a la isla a través de los programas educativos que existían. Cilečková cuenta que le encantaban la gente cubana y la naturaleza del país. No le fue difícil adaptarse y entabló buenas relaciones con sus compañeros y compañeras cubanas. Actualmente, trabaja para empresas checas que tienen oficinas en Cuba y, según ella, muchos de esos cubanos estudiaron en Checoslovaquia.

Todos ellos consideran que los programas educativos fueron muy beneficiosos, ya que permitieron que muchos jóvenes conocieran una nueva cultura, un nuevo idioma, gente nueva y que adquirieran nuevo conocimiento y talento.

El Bloque del este se derrumba, pero Cuba resiste

Bloque del este y Bloque occidental. Fuente: Wikiwand

En 1989 tuvo lugar la Revolución de Terciopelo en Checoslovaquia, lo que supuso el fin del comunismo en el país y elevó a la Presidencia a Václav Havel. Esto supuso que, poco a poco, Checoslovaquia y, posteriormente, República Checa y Eslovaquia, pasaran a la órbita de Washington. “El Gobierno que asumió el país no tenía el mismo propósito que el anterior. Por lo tanto, hubo un cierto enfriamiento en las relaciones políticas y diplomáticas, no entre los pueblos”, sostiene Alonso.

El trato diplomático entre Praga y La Habana se congeló durante mucho tiempo. De hecho, Alonso explica que al disolverse Checoslovaquia el 31 de diciembre de 1992 y al fundarse Eslovaquia y la República Checa el 1 de enero de 1993, “no se nombró a ningún embajador, ni aquí, ni en Cuba”. Alonso aclara: “No se retiró al embajador cubano en Chequia, sino que, al establecerse dos países, son otras relaciones diplomáticas. Y demoraron el tiempo para elegir embajador”.

Chequia nombró a un embajador en la capital cubana en 2016 y Cuba lo hizo en 2019. Alonso es el primer embajador cubano en Praga desde que se conformó el país en 1993. Según él, por la parte cubana no había intención de cortar las relaciones diplomáticas. “Sí ha habido siempre un encargado de negocios en ambas embajadas porque los intereses comerciales y diplomáticos no se rompieron, sólo a nivel político”, declara el embajador.

Desde entonces, el Gobierno checo ha denunciado la situación política en Cuba varias veces. Incluso llegó a presentar en tres ocasiones una resolución de condena al Gobierno de Fidel Castro en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra. Respecto a esto, Alonso destaca que “Cuba es un pueblo agradecido y abierto a tener relaciones con cualquier país, independientemente de su sistema social, pero siempre desde el respeto y acatando el principio de no injerencia en los asuntos internos de otro país, que es una de las bases de las relaciones internacionales”. Además, recuerda que el Gobierno cubano ha reiterado en varias ocasiones que sus relaciones con EEUU pueden mejorar sobre la base de estos principios.

De acuerdo con Alonso, cuando se disolvió la Unión Soviética en 1991 y cayó el Bloque socialista, “el mundo pensaba, y los propios estadounidenses pensaban, que Cuba también caería, pero eso no fue así. No ocurrió porque la Revolución cubana es una revolución autóctona. Nadie nos la hizo, la hizo el pueblo cubano”, sostiene Alonso. El embajador subraya que Cuba se quedó sola y eso supuso que su PIB decayera un 30%, ya que la complementariedad que había en el campo socialista dejó de ser posible. Además, el embargo estadounidense a la Cuba socialista comenzó en 1960 y se recrudeció a partir de los 90.

¿Vuelta a unas relaciones fructíferas?

La designación de un embajador checo en La Habana en 2016 significó el acercamiento diplomático entre ambos Estados. Según Alonso, el tiempo ha demostrado que lo importante es centrarse en lo que les une y no en lo que les separa. “Tenemos muchos puntos en común y no hay necesidad de discutir sobre lo que no nos gusta. Y, sobre todo, recordar que cada país es libre y soberano para tomar sus propias decisiones”, señala el embajador.

A día de hoy las relaciones diplomáticas son cordiales y normales. “Esperamos que con el tiempo mejoren cada vez más”, indica Alonso. En cambio, a nivel comercial siguen siendo muy buenas y “esperamos que se incrementen más”.  Aparte de esto, existen lazos afectivos entre los pueblos que pueden facilitar la situación.

Alonso destaca que Cuba está abierta a la inversión extranjera en distintos sectores de la industria y que las necesidades económicas del país pueden complementarse con los empresarios checos. Subraya que sería beneficioso para el desarrollo económico y social de Cuba y para las empresas checas. “Algunos de los empresarios han mostrado interés y otros están preocupados por el bloqueo estadounidense”, afirma el embajador. Alonso expone que, debido al bloqueo, si un empresario tiene vínculos comerciales con Cuba, EEUU puede retirarle el visado para entrar en EEUU y cerrar su negocio en EEUU. “A pesar de esto, Cuba está abierta a la inversión, pero el empresario se arriesga al bloqueo”, resalta el embajador.

Asimismo, sostiene que el níquel podría ser igual de importante que en el pasado. No obstante, “el níquel cubano está sancionado. Toda producción mecánica que tenga más de un 15% de níquel cubano no puede ser comercializada en ningún lugar. Por eso mismo decimos que Cuba no tiene un embargo, sino un bloqueo; porque se trata de bloquear cualquier relación que Cuba quiera tener con el exterior”, sentencia Alonso. Destaca que durante la Administración de Trump se aprobaron 240 medidas para bloquear aun más los recursos financieros.

Por otra parte, Cuba acumuló una deuda económica muy elevada con Checoslovaquia. Según Praga, la cifra es de 280 millones de euros. Sin embargo, La Habana no está de acuerdo con esa cantidad. Alonso indica que Cuba no reconoce esa deuda porque antes de la Revolución de Terciopelo las relaciones eran distintas al basarse estas relaciones en rublos transferibles[3]. El embajador expone que Cuba está de acuerdo en renegociar la deuda, el método de pago y los plazos, ya que “el país tampoco puede dejar de atender las prioridades de la población, como la salud o la educación”. El embajador subraya que la deuda ha sido renegociada con Eslovaquia.

Sin duda, ambos han dado un paso muy importante en sus relaciones bilaterales. Parece que, de manera discreta, ambos avanzan hacia un mejor ambiente diplomático. Un deshielo que no es ni la mitad de mediático que el que pudiera darse entre EEUU y Cuba, pero no por ello menos importante. En otras ocasiones, Chequia ha demostrado la profesionalidad de sus diplomáticos y Cuba está decidida a recuperar el trato de antaño. Definitivamente, son ingredientes óptimos para que, con trabajo y esfuerzo, se retomen esos lazos que unían fuertemente a la perla del Caribe y al corazón de Europa.


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[1] “It was a call from the Revolution”- Cultural, and scientific collaboration between Czechoslovakia and Cuba in the 1960s, 70s and 80s Hana Bortlova https://www.ioha.org/wp-content/uploads/2016/06/65-318-1-PB.pdf

[2] “It was a call from the Revolution”- Cultural, and scientific collaboration between Czechoslovakia and Cuba in the 1960s, 70s and 80s Hana Bortlova https://www.ioha.org/wp-content/uploads/2016/06/65-318-1-PB.pdf

[3] El rublo transferible fue una unidad monetaria basada en el rublo soviético que se utilizó en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON) hasta 1991 para calcular el valor del comercio y la deuda de los países miembros.

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