Revolución husita: lucha por la libertad religiosa y un peligro para el poder feudal

Bandera husita. Fuente: Wikipedia

CELIA PÉREZ CARRASCOSA

La ejecución de Jan Hus en 1415 no supuso el fin de su pensamiento. Al contrario, los seguidores del teólogo checo fueron aumentando notablemente, sobre todo entre los campesinos y la burguesía. Además, el rey checo Wenceslao IV (rey de Bohemia en la Europa occidental) también era partidario del movimiento husita, al igual que parte de la baja nobleza.

El auge de los husitas fue percibido con rechazo y temor por la alta nobleza, el alto clero y el patriciado alemán. Por lo tanto, la tensión entre ambos fue creciendo hasta que, en 1420, tras la muerte de Wenceslao IV, el rey Segismundo de Luxemburgo ordenó la primera cruzada contra los husitas. Esto dio lugar a la primera de muchas batallas de las guerras husitas, que hicieron de la antigua Bohemia un campo de combate entre los discípulos del sacerdote Jan Hus y de la Iglesia de Roma.

A pesar de la profesionalidad del ejército cruzado, los checos contaban con Jan Žižka, un vladyka (hidalgo) y líder militar del movimiento husita. Este guerrero condujo a la victoria a los discípulos del legendario reformador contra el Papado y las fuerzas extranjeras en varias ocasiones, por lo que es considerado el héroe nacional de las pasadas y presentes Tierras checas.

El movimiento husita crece

Como ya explicamos anteriormente, Jan Hus, entre otras cosas, criticaba la riqueza de la Iglesia y que ésta se hiciera cada vez más rica a costa de sus fieles, con prácticas como la venta de indulgencias. Durante sus años en el púlpito logró numerosos partidarios, desde el campesinado hasta la baja nobleza. Tras su condena a muerte en 1415, hubo varias revueltas en numerosas ciudades checas, incluyendo la capital. Además, sus adeptos no pararon de aumentar debido a que todos ellos compartían el mismo rechazo a la antigua institución. Según puede leerse en el libro ¿Herejía o revolución? El movimiento husita de Josef Macek, más de la tercera parte de las tierras de labor pertenecían a la Iglesia, lo que hacía de la antigua institución el mayor poder feudal. Aparte de esto, los prelados, que no pagaban impuestos municipales, eran dueños de la mayoría de las casas que alquilaban a precios muy elevados para la burguesía.

A pesar de que gran parte de la alta nobleza apoyaba a la Iglesia, el rey Wenceslao IV fue defensor de las ideas de Jan Hus. De hecho, tanto él como su esposa Sofía de Baviera asistían a las misas que el teólogo celebraba en la capilla de Belén. Zdeněk Vybíral, subdirector de investigación y jefe del Departamento de Historia del Museo Husita en Tábor, explica que Wenceslao IV no sólo apoyaba las ideas del teólogo por cuestiones religiosas, sino también por intereses políticos, ya que quería volver a ser nombrado rey de Romanos y pensaba que con este movimiento podría presionar en la Corte Papal.

Los impuestos eclesiásticos no paraban de incrementarse, por lo que en las localidades donde esta opresión era tan elevada, tal y como explica Josef Macek en el citado libro, se formaron grupos de resistencia, como en Klatovy y Pilsen. En las grandes ciudades la confrontación también se daba entre la burguesía y el patriciado alemán, el cual apoyaba a los prelados. Para entender por qué había un patriciado alemán en las Tierras checas, ha de recordarse que dicho territorio formaba parte del Sacro Imperio Romano Germánico y desde finales del siglo XII los alemanes empezaron a establecerse en las ciudades de la antigua Bohemia, [1]e incluso a fundar algunas de ellas. Estos alemanes eran grandes comerciantes y, a partir del siglo XIII, llegaron a tener un poder notable en la administración de varias ciudades checas, como Praga y Brno.

Así las cosas, entre 1415 y 1419 los husitas fueron creciendo y armándose. No obstante, dentro del bando husita había varios enfrentamientos, ya que algunos eran demasiado radicales y asaltaban conventos y otros edificios eclesiásticos, como pasó en Kutná Hora en 1416.

El cáliz, insignia husita

Si bien es cierto que el cáliz es el símbolo de este movimiento, no fue idea del propio Jan Hus. Según explica Blanka Zylinská, profesora de Historia e investigadora en la Universidad Carolina de Praga, “la persona asociada con esta idea es Jakoubek de Stříbo”. Zylinská señala que la Iglesia católica reservó el uso exclusivo del cáliz al clero en el siglo XIII, argumentando que se debía a cuestiones técnicas, como deshonrar la sangre de Dios durante la administración. “Pero también un esfuerzo por resaltar la exclusividad del clero”, indica Zylinská.

La profesora explica que el teólogo Jokoubek de Stříbo, mientras estudiaba derecho canónico, descubrió cómo era la situación de la Iglesia y del cáliz en los primeros tiempos. Llegó a la conclusión de que era necesario el uso del cáliz para la salvación de todos y lo puso en práctica en el otoño de 1414. Por esta razón, le envió una carta a su amigo Jan Hus, el cual ya estaba en Constanza, explicándole los motivos por los cuales consideraba importante el empleo del cáliz tanto para el clero como para los fieles. En un principio, Jan Hus no estaba muy a favor de la nueva propuesta, pero finalmente la aceptó, haciéndoselo saber a través de una carta.

Cabe señalar que todos los husitas eran calicistas o utraquistas, del latín sub utraque specie, es decir, en ambas especies. No es extraño encontrar textos o artículos que diferencian entre calicistas y husitas radicales. Precisamente por esto, Vybíral hace hincapié en que todos los husitas eran utraquistas y que dentro del husismo había facciones más radicales y más moderadas que otras, pero siempre dentro del calicismo.

Tábor, bastión de la revolución



Monumento a Jan Žižka en la Plaza de Jan Žižka, en la actual ciudad de Tábor. Foto: Celia Pérez

El movimiento husita no crecía solamente por el rechazo al alto clero de burgueses y campesinos. La oratoria tenía un enorme valor, por eso había importantes predicadores, como Václav Koranda en Pilsen y el ya citado Jakoubek de Stříbo en Praga. Así pues, tal y como señala Macek en su libro, en la primavera de 1419 varios labradores e incluso algunos burgueses comenzaron a reunirse en las montañas de las distintas regiones a petición de los distintos sermones que se daban en las distintas ciudades y pueblos. Y poco a poco los diferentes grupos que se formaban, se iban conociendo entre sí. Hasta que, en julio de 1419, Nicolás de Hus, un noble husita, consiguió atraer a unas 40000 personas de Moravia y Bohemia a una colina en Bohemia del sur. Todos allí comulgaban con las dos especies, haciendo gala del utraquismo. Esta gente se fue asentando en ese lugar y en 1420 fortificaron la nueva ciudad, que la bautizaron con el nombre de Tábor. Nombre que se debe al monte de Tábor, cerca de la ciudad de Nazaret, puesto que esta ciudad fue fundada por personas que se regían por la ley de Dios.

Aquellos que vivían en Tábor eran conocidos como taboritas. Vybíral explica que éstos eran uno de los grupos husitas más radicales. De hecho, en el libro de Macek se puede leer que los taboritas creían en el milenarismo, doctrina según la cual Cristo descenderá del Cielo para reinar durante mil años junto a la gente justa, y así terminar con la injusticia y el Mal. Tras su reinado, Él y los justos irán al Cielo, mientras que el resto irá al infierno. Por ende, varios milenaristas veían el Mal y la injusticia en el alto clero y en la alta nobleza, ya que exprimían al pueblo llano. Además, pusieron en práctica el cristianismo primitivo, repartiendo los bienes y riquezas entre todos, y administrándolos según las necesidades de cada uno. Vybíral señala que trabajaron bajo este sistema al principio, ya que finalmente volvieron a vivir bajo un sistema feudal propio de la época en la que estaban.

De acuerdo con Vybíral, Nicolás de Hus era un noble muy cercano al rey Wenceslao IV y tenía varios contactos entre la aristocracia bohemia. Fue nombrado primer hejtman (capitán) y fue el líder taborita, sobre todo en el terreno diplomático. Sin embargo, murió muy pronto, en diciembre de 1420. Por otro lado, Jan Žižka, un guerrero tuerto y miembro de la baja nobleza checa, constituyó el ejército taborita, fue nombrado hejtman y se erigió como el líder militar de los husitas. Es relevante destacar que había grandes diferencias entre ambos líderes, pues Nicolás de Hus era milenarista, mientras que Žižka no creía en esas teorías y era mucho más pragmático.

La defenestración de Praga

Según la Real Academia Española (RAE), el verbo “defenestrar” puede significar arrojar a alguien por una ventana o expulsar a alguien de un puesto o cargo. La famosa defenestración de Praga, hecho que fue el detonante de las guerras husitas, cumplió con las dos acepciones que nos da la RAE.

Jan Želivský, un sacerdote y seguidor de las teorías de Jan Hus, solía celebrar misa en la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves. El 30 de junio de 1419, tras finalizar una de sus misas, él y sus oyentes se encaminaron al ayuntamiento de la Ciudad Nueva de Praga. Želivský y sus fieles protestaban porque el Ayuntamiento no quería liberar a los prisioneros husitas, por lo que el sacerdote y los praguenses que lo acompañaban asaltaron la casa consistorial y lanzaron por la ventana a los concejales que allí se encontraban. Es importante señalar que fue la primera vez que Jan Žižka participaba en un ataque husita[2].Tras esto,  varios patricios alemanes y miembros del alto clero tuvieron que huir de Praga y de otras ciudades checas. Además, se les confiscaron los bienes y la burguesía de la capital se hizo con el control del Ayuntamiento. Este acontecimiento fue el detonante de las guerras husitas, puesto que los católicos y el alto clero comprobaron que los calicistas eran gente fuerte y con unos objetivos claros, por lo que había que organizarse contra ellos.

La burguesía checa estaba satisfecha con lo que había logrado, pues su avance se había visto privado por el patriciado alemán durante mucho tiempo. Sin embargo, uno de los sectores husitas más radicales, encabezado por los taboritas, asaltó Praga el 30 de septiembre de 1419. Ante esto, el Ayuntamiento ordenó parar este ataque. Sin embargo, en noviembre del mismo año la capital fue de nuevo el escenario de enfrentamientos entre la burguesía, que se había aliado con la nobleza para combatir dichas confrontaciones, y los calicistas más radicales, entre los que también estaba Jan Žižka. Los últimos tuvieron que salir de la ciudad tras la derrota que sufrieron. Pero no estuvieron separados por mucho tiempo.

La batalla de Vítkov

Monumento a Jan Žižka en la colina de Vítkov, actual Praga. Foto: Celia Pérez

Días depsués, el rey Wenceslao IV murió de manera repentina, por lo que su hermano Segismundo de Luxemburgo heredó el trono checo, pero no le fue fácil el reconocimiento del Reino checo. Segismundo consideraba que la revolución husita era un grave problema para las Tierras checas y una amenaza para el sistema feudal, por lo que decidió terminar cuanto antes con los husitas. Para ello, el papa Martín V proclamó una cruzada contra los herejes en mayo de 1420. El ejército cruzado estaba formado por soldados de Francia, Inglaterra, Castilla y Aragón, entre otros reinos europeos.

Ante este ataque contra las Tierras checas, los husitas moderados y radicales entendieron que debían unirse contra los cruzados y dejaron a un lado sus diferencias. Para ello, elaboraron los Cuatro Artículos de Praga, un programa con cuatro objetivos comunes.

El primer artículo rezaba la libertad de predicación. El segundo defendía la comunión entre las dos especies, que cualquier creyente pudiese tomar el pan y el vino, como los sacerdotes. A través del tercero, se reclamaba el castigo de los pecados capitales sin distinción de la persona que lo cometía. Por último, el cuarto artículo exigía que la Iglesia renunciara a su gran fortuna y que volviera a la pobreza. Según el historiador Zdeněk Vybíral, muchos nobles aceptaron los Cuatro Artículos y creían verdaderemente en la reforma husita. Sin embargo, hubo algunos que se hicieron calicistas para adueñarse de las riquezas de los prelados, y después rechazaron el husismo.

El asedio de Praga por los cruzados causó la unión de todos los calicistas, incluyendo a los radicales de Tábor. De esta forma, el ejército de los taboritas, regido por Jan Žižka, se dirigió hasta la ciudad de las cien torres y allí se unió a otros guerreros que venían de otras partes del reino. La unión de los husitas, ya fueran nobles, burgueses, campesinos o pequeños artesanos, supuso la defensa organizada de Bohemia y Moravia ante las fuerzas extranjeras. Jan Žižka dirigió a los husitas a la primera victoria el 14 de julio de 1420 en la colina de Vítkov. De esta manera, los husitas protegieron la capital y no permitieron que el ejército enviado por Segismundo pusiera un pie en Praga. Cabe señalar que actualmente a esa parte de la ciudad se la denomina Žižkov, en honor al estratega checo.

A finales de 1420, el rey Segismundo ordenó otra cruzada contra los husitas. Esta vez, el ejército cruzado corrió la misma suerte que en julio y fue derrotado el 1 de noviembre en Vyšehrad por las tropas de Jan Žižka.

El nuevo rumbo de Tábor

Tras la muerte de Nicolás de Hus el 24 de diciembre de 1420, Jan Žižka acaparó todo el liderazgo de Tábor. Con Žižka a la cabeza, el milenarismo perdió bastante fuerza. Asimismo, la burguesía comenzó a tener un papel más importante en la ciudad. Esto provocó que varios milenaristas y aldeanos fervientemente en contra del feudalismo atacaran al hejtman, por lo que Žižka y su ejército combatieron contra dichos partidarios, perdiendo la vida varios de ellos. A pesar de que la rama más extremista, la milenarista, había sido liquidada, Tábor siguió creciendo como una ciudad un tanto peculiar dentro del feudalismo. La joven ciudad se edificó de la mano de artesanos y campesinos, por lo que nunca había alojado a patricios, ni a grandes señores. Así pues, tanto la burguesía, como el campesinado u otros aldeanos estaban más radicalizados que, por ejemplo, en Praga. Por lo que Tábor seguía estando en el ala radical del movimiento.

El Reino checo estaba constantemente amenazado por el poder eclesiástico, por lo que los calicistas tenían que unirse y actuar junto a la pequeña nobleza y la burguesía. Pues eran éstos últimos los que tenían los contactos y los que constituían el apoyo económico y político. Por ende, Jan Žižka dejó a un lado a los milenaristas y apostó por la burguesía de Tábor. En realidad, el milenarismo era un obstáculo para el avance del husismo. Además, los campesinos y los pequeños artesanos apoyaron a Žižka, puesto que entendían que todos luchaban contra la Iglesia, el mayor poder feudal, y que eso ayudaría a suavizar las condiciones del sistema en el que vivían.

La muerte de Žižka

Tras aglutinar a todos los calicistas, Jan Žižka conquistó varias ciudades en las que los patricios y el alto clero seguían teniendo el poder municipal. Además, Želivský, el máximo representante de los husitas radicales en Praga, constituyó la Federación Urbana de Praga, la cual unió bajo su mando a las 21 ciudades más importantes de Bohemia, como Kolín o Kutná Hora. Por su parte, Jan Žižka formó la Federación Urbana Taborita, la cual se componía de las ciudades del sur de Bohemia, como Domažlice o Sušice. Ambas fuerzas trabajaron juntas política y militarmente para expandir el husismo en las Tierras checas.

Las tropas de Žižka siguieron acumulando victorias. En el verano de 1421 Segismundo ordenó una nueva cruzada contra los “herejes” checos, pero las tropas husitas los aplastaron de nuevo. Lo mismo ocurrió en 1422, año en el que el papa Martín V volvió a enviar más cruzadas contra los husitas. En torno a Žižka se creó una más que justificada fama de guerrero invencible. Asimismo, cada vez tenía más influencia en el pueblo. De hecho, en 1423 formó la Federación de Hradec Králové, dominando Žižka toda Bohemia y uniendo a todo el movimiento husita. Sin embargo, su gran influencia y poder no parece que gustara mucho a gran parte de la burguesía y la nobleza de Praga. Por esta razón, Praga llegó a un acuerdo con los católicos para enfrentarse a Žižka, dando lugar a la batalla de Malešov en junio de 1424 entre las fuerzas de Žižka y las de Praga. Como era de esperar, Jan Žižka fue el vencedor de esta batalla y la ciudad de Praga le juró lealtad. No obstante, Žižka murió el 11 de octubre de 1424 cuando estaba decidido a conquistar Moravia.

La muerte de Žižka marcó un antes y un después en la revolución husita. El vladyka consiguió agrupar a todos los calicistas en una misma dirección, algo que fue muy difícil recuperar.

Los husitas bajo Procopio el Grande

Fue una ardua tarea encontrar a un líder la mitad de excepcional que Žižka. Finalmente, un sacerdote husita, Procopio el Grande, tomó las riendas de este movimiento. Se había adentrado en la rama militar años antes, en la joven ciudad de Tábor. Este capellán fue la cabeza militar en 1426 durante la batalla de Ustí nad Labem contra la nueva campaña militar enviada por la Iglesia. Esto demostró que podría ser un acertado hejtman. Por otro lado, consiguió unificar a todas las facciones husitas, como lo había hecho su predecesor, y también luchaba por hacer realidad los Cuatro Artículos de Praga. Con Procopio el Grande, los husitas se expandieron más allá de Moravia, llegando incluso a Silesia y Eslovaquia.

Al conseguir cada vez más apoyos y territorios, la Iglesia y Segismundo volvieron a ordenar otro ataque contra ellos en 1431. Y una vez más, el ejército husita derrotó a los cruzados en una nueva batalla en Domažlice.

Tras este último fracaso de la Iglesia y Segismundo, el papa Martín V ya no aguantó más y no estaba dispuesto a seguir acumulando más resultados nefastos. Entendió que debía sentarse a negociar con los husitas. Para ello los invitó al Concilio de Basilea, el cual se realizó entre 1431 y 1445. La antigua institución quería tratar con Procopio el Grande la cuestión religiosa que los llevaba años desesperando. El nuevo hejtman aceptó la invitación, pero antes de marchar a la actual ciudad suiza, se reunió en mayo de 1432 en la ciudad checa de Cheb con calicistas de todas las vertientes para acordar qué debatirían con la Iglesia. Los checos llegaron a la conclusión de que irían allí en igualdad de condiciones, no como herejes, y que defenderían la libre lectura e interpretación de la Biblia y los Cuatro Artículos de Praga. Además, se aseguraron de que se celebraría una verdadera reunión entre ambos y de que no terminarían quemados en la hoguera, como le sucedió al maestro Jan Hus en Constanza.  

El Concilio de Basilea

Procopio el Grande partió hacia el concilio con representantes de los huistas radicales y moderados en diciembre del mismo año, y llegaron a Basilea en enero de 1433. En sus reuniones con el Papado defendieron varias veces los Cuatro Artículos de Praga y la libertad de predicación. Los calicistas tenían claro lo que amparaban y no querían renunciar a ninguno de los puntos. A pesar de sostener varias conversaciones, no llegaron a ningún acuerdo con el papa Eugenio IV (Martín V murió en 1431), así que tanto la Iglesia como ellos decidieron seguir con las reuniones en Praga.

Meses más tarde una delegación del concilio llegó a la capital de Bohemia para negociar con los husitas. Aparentemente, Roma quería llegar a un acuerdo con los husitas, pero su plan fue debilitar el movimiento desde dentro a espaldas de Procopio el Grande. Así, los católicos enviados por el papa ofrecieron dinero a nobles y burgueses husitas a cambio de desbancar a Procopio y a los radicales. A cambio, los que habían sido sobornados volverían al catolicismo con la condición de poder comulgar con las dos especies.

En esos momentos, aparte de ser un líder militar, Procopio el Grande dominaba casi todo el país, ya que la Federación Urbana de Tábor agrupaba a más de treinta ciudades de Bohemia y contaba con el apoyo de muchos pequeños nobles, además de campesinos y burgueses. Por otra parte, la Federación Urbana de Praga, que era más moderada, aglutinaba solamente a cuatro ciudades, pero tenía el soporte de numerosos grandes nobles. Es por esto, por su gran influencia política y militar, por lo que parte de la burguesía y de la nobleza urdieron un plan contra él.

La batalla de Lipany

La batalla de Lipany, del pintor checo Luděk Marold. Fuente: Wikipedia

Numerosos nobles y burgueses formaron la Unidad de los señores, la cual agrupaba militarmente a husitas contrarios al hejtman. Incluso algunos miembros de los taboritas se alistaron a la nueva unidad contra el sacerdote husita. El grupo militar de los señores cada vez era más numeroso y reclutaba incluso mercenarios. El primer ataque de los moderados fue en mayo de 1434, cuando entraron en la Ciudad Nueva de Praga y ocuparon el ayuntamiento. Esto pilló desprevenidos a Procopio el Grande y a sus tropas, que se encontraban en Pilsen. Tras esto, el líder radical salió de Pilsen para dirigirse, junto a sus hombres, a Lipany para enfrentarse a los que le habían traicionado.

Una vez en Lipany se desató la última contienda de las guerras husitas, que tuvo lugar el 30 de mayo de 1433. Por segunda vez no lucharon contra fuerzas extranjeras, sino entre ellos, tal y como le había sucedido a Jan Žižka unos años antes. Fue una larga batalla en la que los propios utraquistas empuñaron sus armas unos contra otros y en la que Procopio el Grande perdió la vida, poniendo fin a estas largas guerras. Ya lo decía el gran poeta español del Siglo de Oro, Francisco de Quevedo, “poderoso caballero es Don Dinero”. El Papado consiguió con el dinero lo que no fue capaz de lograr en quince años con las armas.

Tras la derrota del ala radical husita, Bohemia reconoció al emperador Segismundo como rey checo en 1436. Incluso Tábor, el cuartel general del movimiento, se rindió a Segismundo y cambió el cáliz de su escudo por un águila bicéfala, símbolo del Sacro Imperio Romano Germánico. No obstante, Zdeněk Vybíral explica que a Tábor se le concedieron algunos privilegios a cambio, como la autonomía de su gobierno municipal y la independencia de su iglesia. En cuanto a la Iglesia de Bohemia, Vybíral indica que, tal y como acordaron con la delegación del Concilio de Basilea, aceptó la supremacía del Papado, pero le fue concedida la comunión con el pan y el vino a sus feligreses.

Los husitas pusieron en jaque al dominio ideológico de la Iglesia católica, criticando sus dogmas y la única manera en la que, según la institución, era posible llegar a Dios. Además, señalaron la riqueza del poder eclesiástico y que éste poseyera cada vez una mayor fortuna a costa de sus fieles. Defendían una forma mucho más sencilla de desarrollar y mantener la fe, que destacaba por no haber diferencias entre el púlpito y los parroquianos. Asimismo, la insurrección husita fue una lucha contra el poder feudal más poderoso, que movilizó en masa a las capas populares, desde el campesinado hasta la baja nobleza, pasando por la burguesía. Por otra parte, este levantamiento, que enfrentó a las Tierras checas contra la misma Iglesia de Roma durante quince años, le otorgó un papel preponderante a la burguesía checa, que hasta entonces se había visto usurpada por el patriciado alemán. Sin duda, la revolución husita es un periodo valiente y convulso de la actual República Checa, que trató de cambiar la situación política-religiosa del Reino checo. Nunca antes se había cuestionado de una manera tan duradera y fuerte la palabra de la Iglesia católica, ni el poder eclesiástico se había tenido que enfrentar a un pueblo organizado y consciente de que estaba siendo pisoteado por el alto clero. Lamentablemente, también se demuestra que siempre, o casi siempre, hay grupos de fanáticos que están dispuestos a realizar actos violentos, como la quema de edificios religiosos, y que perjudican al resto de los miembros que quieren llevar a cabo un movimiento respaldado por gran parte de la sociedad.

No es lógico pretender hacer una revolución si no se sabe para qué. El eterno vladyka tenía claro los objetivos de la misma y que era imprescindible que todos los husitas estuvieran unidos, independientemente del estamento al que pertenecían. Era sabedor de que había camarillas, como la milenarista, que querían primar sus teorías y doctrinas sobre el bien común, lo cual era un obstáculo para el husismo. Sólo así, con la disciplinada cooperación entre los husitas bajo una misma dirección, los calicistas fueron capaces de derrotar en varias ocasiones a las cruzadas enviadas por el mismísimo papa de Roma. Y, como no podía ser de otra forma, también gracias a su experiencia militar y su liderazgo natural. Es por esto por lo que Jan Žižka ha pasado a la Historia como el héroe nacional checo. A día de hoy, las guerras husitas se siguen considerando un hecho importante del país y la figura del carismático líder husita es ampliamente conocida en las actuales Tierras checas.

Esta obra está bajo una Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International 

[1] Historie česko-německých vztahů v českých zemích do roku 1918 https://www.sudetsti-nemci.cz/cs/hist0/hist1/

[2] První pražská defenestrace: Husity inspirovala Bible i události ve Slezsku deník.cz 30.07.2019 https://www.denik.cz/z_domova/prvni-prazska-defenestrace-husity-inspirovala-bible-i-udalosti-ve-slezsku-20190725.html

6 comentarios sobre “Revolución husita: lucha por la libertad religiosa y un peligro para el poder feudal

  1. ¡Excelente trabajo de investigación y divulgación! Sólo el título da idea clara de su contenido y propósito: «Revolución husita: lucha por la libertad religiosa y un peligro para el poder feudal». Las luchas campesinas y burguesas de la alta edad media eran, fundamentalmente, contra la opresión y explotación tanto de los artesanos libres agrupados en ciudades, como de los campesinos semiesclavos explotados tanto por el poder feudal como por la corrupta iglesia romana. Sigue el análisis histórico de «La Guerra de los campesinos alemanes» llamada también «del hombre común» de Engels» y hace comprensible aquellos distantes tiempos que cambiaron para siempre el modo de vivir feudal, dando paso al desarrollo económico y social que significó el fin del feudalismo y su aliado la iglesia romana. Bien por la autora. R.

    1. Sí, la revolución husita se enmarca en ese período de la Edad Media en el que el pueblo llano empezaba a luchar contra la opresión del feudalismo. Además, tiene un importante contenido religioso.

Deja un comentario

Descubre más desde Crónicas del corazón de Europa

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo